Bill Gates se convirtió en el mayor terrateniente de los Estados Unidos. ¿Por qué lo hace?
Bill Gates es el mayor propietario privado de tierras agrícolas de Estados Unidos. Fue lo mismo el año pasado y el anterior: con 242,000 acres repartidos en 19 estados, había obtenido el título récord de “terrateniente”. Sin embargo, el crecimiento de Farmer Bill no parece detenerse ni en 2023», afirma Eric O’Keefe, director de Land Report, la revista que descubrió la “nueva vida” del fundador y exdirector ejecutivo de Microsoft como agricultor.
Durante una sesión de preguntas, Ask Me Anything, organizada el pasado 11 de enero en Reddit, Gates solo intentó dar una respuesta parcialmente. Cuando se le pidió que aclarara “¿por qué estaba comprando tantas tierras de cultivo?”, Gates dejó en claro que posee “menos de 1/4,000 de las tierras de cultivo en los Estados Unidos”. Y haber invertido en estas fincas «para hacerlas más productivas y crear más puestos de trabajo. No hay un gran plan involucrado”.
Pero la verdad es muy simple: los frutos de la tierra producen liquidez y las propiedades aumentan de valor.
Pero podría existir la voluntad de abrir una nueva temporada de entrelazamiento entre las inversiones financieras y las fronteras de la innovación, desde la producción agrícola y la sostenibilidad ambiental hasta la planificación de las ciudades del mañana. Entre los objetivos estaría, por tanto, “asegurar” la cartera con inversiones consideradas seguras, pero también la posibilidad de apostar por la agrotecnología, los biocombustibles e incluso la metrópolis del futuro.
Como explica National Formers Union, las tierras de cultivo tienden a acumular valor continuamente a un ritmo más rápido que los bienes raíces o las acciones, lo que las convierte en una inversión inteligente para aquellos que pueden permitírselo, incluso si no tienen la intención de cultivar activamente. Como resultado de estas inversiones, casi el 40% de las tierras agrícolas de los EE. UU. ahora son propiedad de personas que no son agricultores, quienes a su vez las arriendan a los productores agrícolas. La transferencia de la propiedad de las explotaciones agrícolas a entidades no agrícolas y extranjeras tiene implicaciones muy negativas para los agricultores, las comunidades rurales y el medio ambiente, dice Pace Gates, y también eleva significativamente los precios de la tierra.
Así que aparentemente volvemos a los orígenes: los ricos vuelven a ser terratenientes, y los pobres se ven obligados a comprar comida a quienes les dan trabajo, volviendo a ser dueños de nada, sólo de sus manos de trabajo.